Cursaba mi primer semestre en la universidad, cuando conocí a Santiago Cabanes, un español culto y sencillo, ya mayor, que enseñaba magistralmente el hermoso idioma de Cervantes. Como todo buen maestro, sus instrucciones iban más allá de las mayúsculas, las comas, los acentos y la buena redacción, y eso fue lo que exactamente nos mostró…
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